Las nuevas transacciones comerciales basadas en las monedas hicieron que los metales preciosos adquirieran un gran papel, ya que era la materia prima con la que se respaldaban y les daba valor.
Con la llegada del papel moneda esto cambio, los billetes eran títulos que podían canjearse por oro o plata.
El fin del patrón oro llegó con esa convertibilidad, convirtiéndose la moneda en dinero fiat, es decir, estaba solamente respaldado por la confianza del gobierno que lo emitía.
El funcionamiento del patrón oro se basaba en el metal físico, que respaldaba la emisión del dinero, el valor de cada unidad monetaria se fijaba en función de su equivalencia con una cantidad concreta de oro. De esta manera el emisor de la dinero garantizaba que estaban respaldados por esa cantidad de oro.
Este sistema fue la base del sistema financiero desde el siglo XIX, pero a partir de la Primera Guerra Mundial esto comenzó a cambiar, algunos países se vieron obligados a imprimir más papel moneda para poder financiar el esfuerzo bélico.
Ese papel moneda ya no estaba respaldado por metales preciosos, sino por una promesa de pago del estado emisor, es decir, se basaba en la confianza. Pero esa confianza de los ciudadanos en sus estados comenzó a perderse cuando éstos siguieron imprimiendo dinero para financiarse a costa de aquéllos, sin contar con ninguna garantía que respaldara la emisión.
Esto supuso una serie de consecuencias, como una hiperinflación en Alemania durante la República de Weimar con la que el gobierno se vio obligado a afrontar el pago de
reparaciones de guerra y tiró, para su uso interno, del papel moneda
emitido sin respaldo de oro por el Gobierno imperial.
Ademas, esto provocó que la vida se multiplicase por dos millones.
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